martes, 22 de diciembre de 2015

FELICITACION DE NAVIDAD








LA ANTIGUA Y FERVOROSA HERMANDAD Y

COFRADIA DEL SANTISIMO SACRAMENTO,

DE LA DIVINA PASTORA DE LAS ALMAS Y

ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO


Desea que el amor y la paz que emanan de Jesús Sacramentado

nos concedan unas Navidades cercanas a El y a nuestros hermanos,

con la intercesión de su Madre, la Divina Pastora de las Almas,

para que en el próximo año aumente nuestra dedicación.



¡Feliz Navidad!

viernes, 18 de diciembre de 2015

LA ESPECTACION DEL PARTO. 18 DE DICIEMBRE





El gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo de su parto.
Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena la reacción espontánea de la persona normal es de temor acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.
Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. 
Era todo un Adviento.
Y como el Mesías llega por la Madre Virgen, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.
Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo S. Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.
La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida.
El origen del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico y menos somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!
Advertir una vez más que tienen un notable valor catequético las dignas representaciones de los misterios de la fe, y que, en ocasiones, enseñan al pueblo sencillo más que los libros y la misma liturgia. Es bueno tenerlo en cuenta a la hora de atender las peticiones de las modas iconoclastas que a temporadas van vienen por las iglesias.

jueves, 17 de diciembre de 2015

CARTA DEL ARZOBISPO "ANUNCIA LA NAVIDAD DESDE TU BALCON"


Carta del Arzobispo, ‘Anuncia la Navidad desde tu balcón’

Queridos hermanos y hermanas:
En noviembre de 2008 el Ayuntamiento de Oxford, en Inglaterra, decidió abolir en esta célebre ciudad universitaria toda referencia a la Navidad, al tiempo que establecía que las fiestas navideñas pasarían a llamarse “Festividades de la luz invernal”. La iniciativa no tuvo el éxito que los responsables municipales esperaban, pero sí se consideró un síntoma de un cierto ateísmo militante que quiere borrar de Europa el nombre de Dios, desdibujando su identidad histórica, propagando la indiferencia religiosa y propiciando una especie de desertización espiritual, una amnesia profunda de la historia europea, de nuestras raíces cristianas y el abandono del tesoro de la fe recibido, que ha sido el alma de Europa, y que ha producido una cultura exuberante, la cultura cristiana.
La jerarquía católica inglesa reaccionó con serena contundencia denunciando este atropello. También reaccionó el presidente del Consejo Musulmán de Oxford, Sabir Hussain Mirzaha, afirmando en declaraciones a la prensa británica: “Estoy realmente disgustado por esto. Cristianos, musulmanes, y otras religiones esperamos con emoción la Navidad”. El arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, declaró que las autoridades de Oxford en vez de servir al bien común, tratan de difuminar el verdadero rostro de la ciudad, la grandeza de su pasado y su historia cristiana, algo que pertenece a su identidad más genuina.
Entre nosotros tal vez no lleguemos a tanto, pero no faltarán los interesados en vaciar de contenido religioso los días santos que se acercan, convirtiéndolos en las vacaciones blancas, en la celebración del solsticio de invierno y, en todo caso, en las fiestas del consumismo y el derroche. La secularización de la Navidad tiene múltiples manifestaciones. En la ambientación navideña de nuestras ciudades y de nuestros hogares se prescinde del misterio que en estos días celebramos. Se sustituye el Belén por el árbol de Navidad, los Reyes Magos por un Papá Noël sin referencias religiosas, y hasta las entrañables tarjetas navideñas se han convertido en felicitaciones laicas portadoras de etéreos deseos de paz y de felicidad inconsistente, porque se olvida al verdadero protagonista de la Navidad, Jesucristo, Príncipe de la paz y punto de partida de nuestra alegría en estos días.
Por ello, cuando faltan pocos días para la Nochebuena, os invito a fortalecer el sentido cristiano de la Navidad. No os pido grandes gestos. Sólo que seáis muchos los que tratéis de vivir la Navidad con hondura, autenticidad y verdad. El Dios que se hace niño lo es todo para nosotros. Por ello, hemos de compartirlo con nuestros conciudadanos, pues Él nos trae la paz, la alegría, la esperanza y el sentido para nuestra vida, el futuro y la esperanza también para el mundo.
El día de Nochebuena del año pasado sugerí al Consejo de Hermandades de la ciudad de Sevilla que encargaran y difundieran en nuestra ciudad y en la Archidiócesis unas banderolas para colocar en ventanas y balcones de nuestros hogares con el siguiente texto: “Jesús ha nacido. Feliz navidad”. El Consejo ha cumplido con creces la sugerencia del arzobispo. Mi gratitud más sincera. Es una forma magnífica de dar testimonio del misterio que celebramos. Dios quiera que sean muchas las familias que secunden esta campaña que podría tener como lema “Anuncia la Navidad desde tu balcón”.
Permitidme que os aconseje que viváis la Navidad en el hogar. Pocas ocasiones unen más a las familias que estos días entrañables. No olvidéis poner el Belén familiar por sencillo que sea. Ayudad a vuestros hijos a instalarlo, al mismo tiempo que les explicáis el sentido de los misterios de la encarnación, nacimiento y manifestación del Señor. No os olvidéis de los villancicos en vuestras reuniones familiares. Iniciadlas con una oración, previamente preparada, al hilo de los misterios que celebramos, y procurad acudir en familia a la Misa del Gallo. Será muy bueno que en estos días finales de Adviento todos nos preparemos para acoger al Señor en nuestros corazones recibiendo el sacramento de la penitencia, sacramento del perdón y de la misericordia de Dios.
Huid del derroche y del consumismo que solapan el misterio y son una afrenta para los pobres. No os pleguéis sin más a los reclamos publicitarios. Vivid unas Navidades austeras, pues la alegría auténtica no es fruto de las grandes cenas ni de los regalos ostentosos. Nace del corazón, de la conciencia pura y de la amistad con el Señor. Vivid también unas Navidades solidarias y fraternas. Prescindid incluso de algo necesario para compartirlo con quienes nada tienen. Procurad buscar algunos momentos en estos días para estar con el Señor, para visitar enfermos, ancianos o necesitados. En ellos está el Señor, que nacerá en nuestros corazones y en nuestras vidas si lo acogemos en los pobres.
Termino deseando a todos los cristianos de la Archidiócesis una Navidad, gozosa, honda y auténtica. Mis mejores deseos también para aquellos que no creen en el misterio que celebramos, para los que también nace el Señor. Para todos, queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz y santa Navidad!

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

HOMILIA DE APERTURA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA EN LA CATEDRAL DE SEVILLA


  1. La misericordia del Señor llena la tierra. Estas palabras del salmo 32 servían como título a mi carta pastoral de comienzo de curso. Ellas constituyen el mejor resumen del Antiguo y del Nuevo Testamento y de la entera Historia de la Salvación. Con ellas como pórtico inauguramos en nuestra Archidiócesis el Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco por medio de la bula Misericordiae Vultus, con el lema “Misericordiosos como el Padre”

  1. La misericordia es uno de los contenidos esenciales de la revelación cristiana y es también el tema central de las lecturas de este domingo III de Adviento, conocido como domingo Gaudete, en el que la liturgia, por boca del profeta Sofonías, nos invita a la alegría al considerar la grandeza de la misericordia de Dios, que cancela la condena del pueblo de Israel, perdona sus infidelidades y permite la vuelta del destierro de Babilonia.

  1. También nosotros somos destinatarios de la misericordia de Dios, que nace en el seno de la Trinidad Santa, del Padre de las misericordias, el «Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera, y rico en clemencia» (Ex 34,6), que se apiada de la humanidad caída y en la plenitud de los tiempos nos envía a su Verbo, que voluntariamente se le ofrece para encarnarse por obra del Espíritu Santo y llevar a cabo la obra saludable de nuestra redención. Como nos dice el Papa en la bula, Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre,«rico de misericordia» (Ef 2,4). Jesús, a lo largo de su ministerio público, con su palabra, con sus gestos y signos manifiesta de manera definitiva la misericordia de Dios y su amor de Padre.

  1. El rostro de Jesús rezuma piedad, misericordia y amor. Su persona no es otra cosa sino amor, un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Los milagros que realiza, sobre todo con los pecadores, los pobres, los excluidos, enfermos y endemoniados llevan consigo el marchamo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él está falto de compasión. Su misericordia y su compasión tienen su culmen en el Calvario, en el que se inmola libremente por toda la humanidad.

  1. Siguiendo la estela de su Señor, la Iglesia debe ser la casa de la misericordia, del servicio gratuito, de la ayuda, del perdón y del amor. En la bulaMisericordiae Vultus escribe el Papa una frase que ya se ha popularizado y que ninguno de nosotros deberíamos olvidar: “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”. Sí. La Iglesia nunca debe cansarse de ofrecer misericordia, estando siempre dispuesta a confortar y perdonar. Su misión prioritaria es ser signo y testimonio de la misericordia en todos los flancos de su vida. Todo en la acción pastoral de la Iglesia debe estar revestido de la ternura con que trata a sus hijos. Nada en su anuncio de Jesucristo y en su testimonio ante el mundo debe carecer de misericordia, hasta el punto de que la credibilidad de la Iglesia pasa a través del amor misericordioso y compasivo. El Papa reconoce con humildad que en el pasado, en ocasiones, nos hemos olvidado de caminar por las sendas de la misericordia. La celebración del Jubileo debe ser ocasión para pedir perdón a Dios por nuestras actitudes de prepotencia, por nuestras omisiones cainitas, por pasar de largo ante los dolores, urgencias y sufrimientos de nuestros hermanos.

  1. Desde la experiencia del perdón de Dios, de sentirnos amados y perdonados en el sacramento de la penitencia, nos corresponde a nosotros ofrecer el perdón y la misericordia a nuestros hermanos, reconciliándonos entre nosotros, con nuestros familiares y amigos, rehaciendo relaciones rotas, mirándonos a los ojos, dándonos la mano, y restaurando la paz, la comunión y la concordia. Efectivamente, todos los hijos de la Iglesia hemos de vivir y sentir la experiencia de la misericordia. La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo, del que nosotros debemos participar viviendo la entrega y el servicio humilde, haciéndonos siervos y servidores de nuestros hermanos. Nuestras parroquias, comunidades, asociaciones, movimientos y hermandades deben ser oasis de misericordia. La vida de la Iglesia es auténtica y creíble cuando hace de la misericordia su razón de ser. La misericordia es su primera tarea. Ella está llamada a ser testigo veraz de la misericordia, viviéndola como el centro de la revelación de Jesucristo.

  1. El Papa nos invita en el Año Santo a abrir el corazón a cuantos viven en las periferias existenciales, en situaciones de pobreza y sufrimiento, de los que son víctimas aquellos hombres y mujeres que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado por el egoísmo de tantos. Pienso en los enfermos, en los ancianos que viven solos, en los sin techo y, especialmente en los parados adultos y jóvenes, tan numerosos entre nosotros, para los que vamos a crear un centro de reinserción laboral, que quedará como hito o gesto visible del Jubileo.

  1. En este Año los hijos de la Iglesia estamos llamados a curar las heridas físicas y morales que padecen tantos hermanos nuestros, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia, a curarlas con la solidaridad y la debida atención, a practicar las obras de misericordia corporales y espirituales, a compartir nuestros bienes con los necesitados, y no sólo lo que nos sobra, sino incluso aquello que juzgamos necesario. A ello nos ha invitado también Juan el Bautista en el Evangelio de hoy al señalarnos los caminos de la conversión para acoger al Mesías que nace de nuevo para la Iglesia y para el mundo en la ya cercana Navidad.

  1. Todos los hijos de la Iglesia estamos llamados en este Jubileo a una conversión profunda y sincera, a volver a Dios, dispuesto siempre al perdón y a la misericordia que el Padre siempre derrocha con nosotros. Aprovechemos personal y comunitariamente los medios que se nos ofrecen para vivir intensamente este tiempo de gracia y de renovación espiritual. Dediquemos tiempo a la escucha orante de la Palabra, para contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida. Reconciliémonos con el Señor y con la Iglesia por medio de una buena confesión.

  1. El Papa nos pide que situemos en el corazón del Jubileo el sacramento de la misericordia, el sacramento de la penitencia, del perdón y de la reconciliación con Dios y con los hermanos, haciendo todos los esfuerzos que estén en nuestra mano para recuperar este hermosísimo sacramento, de modo que ocupe el lugar que le corresponde en nuestra vida personal y comunitaria, como manantial de fidelidad y de santidad, como sacramento de la paz, de la alegría y del reencuentro con Dios, en el que experimentamos en carne propia la grandeza de la misericordia de Dios y la alegría que produce en el alma su perdón.

  1. Peregrinemos a nuestra catedral, a las cuatro basílicas jubilares y a los dos santuarios señalados, que deberán facilitar a los fieles la recepción del sacramento del perdón. Crucemos la Puerta santa de la misericordia, puerta que no es otra que Jesucristo, pues Él mismo nos dice en el Evangelio de San Juan: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir y encontrará pastos” (Jn 10, 7-9).

  1. Esto quiere decir que el fin último del Jubileo es el encuentro con Jesucristo, que trasforma nuestra vida, le da un nuevo sentido, una esperanza renovada, una alegría recrecida y rebosante y una sorprendente plenitud. Es la experiencia de los apóstoles, de Pablo, de la Samaritana, de Zaqueo, del Buen Ladrón, de los santos y de los millones de hombre y mujeres que a lo largo de la historia de la Iglesia se han encontrado con Jesús, pues como nos dice el papa Francisco en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium“la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

  1. El Jubileo nos invita a salir de la tibieza, la mediocridad y del aburguesamiento espiritual, y a restaurar la soberanía de Dios en nuestra vida, porque la primacía de Dios es plenitud de sentido y de alegría para la existencia humana, porque el hombre ha sido hecho para Dios y su corazón estará inquieto hasta que descanse en Él.

  1. Os invito, pues, a poneros en camino al encuentro con el Señor en este Adviento y a lo largo de todo el año. Os invito a peregrinar individualmente o en grupo a las iglesias jubilares de acuerdo con el calendario previsto para los distintos sectores pastorales, abriendo nuestros corazones a la indulgencia jubilar. Con san Pablo os invito a dejaros reconciliar con Dios, que está siempre dispuesto, como en el caso del hijo pródigo, a acogernos, a recibirnos, a abrazarnos y a restaurar en nosotros la condición filial. Que el Jubileo sea para todos un acontecimiento de gracia y de intensa renovación espiritual. Que ninguno de nosotros echemos en saco roto la gracia de Dios que va a derramarse a raudales sobre nosotros en esta nueva Pascua, en este nuevo paso del Señor junto a nosotros, a la vera de nuestras vidas, para convertirlas, recrearlas y renovarlas. Que todos le abramos con generosidad las puertas de nuestros corazones y de nuestras vidas.

  1. Intercede por nosotros la Santísima Virgen, en su título de los Reyes, que ha venido a nuestro encuentro en esta ocasión excepcional. Nadie como ella ha experimentado la misericordia de Dios, que se derrama sobre ella y la envuelve con su gracia en su concepción, en la anunciación y en su asunción a los cielos. En el Magnificat la Santísima Virgen, celebra la misericordia de Dios, que llega a sus fieles de generación en generación. Que ella, reina y madre de misericordia, como la invocamos en la Salve, nos ayude en nuestra conversión y nos conceda gozar de la alegría y el júbilo que son consustanciales al Jubileo que hoy iniciamos. Así sea.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

jueves, 3 de diciembre de 2015

AÑO DE LA MISERICORDIA



ANTIGUA Y FERVOROSA HERMANDAD Y COFRADIA DEL
SANTISIMO SACRAMENTO, DIVINA PASTORA DE LAS ALMAS Y
ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO

DOS HERMANAS

DIPUTACION DE CULTOS

12 CLAVES PARA ENTENDER EL AÑO DE LA MISERICORDIA

La Iglesia nos transmite la increíble noticia de que el perdón auténtico existe para el hombre, no es sólo una leyenda, (algo bellísimo, pero inalcanzable). ¡No! Jesús ha destruido «la nota de cargo que había contra nosotros; y la ha suprimido clavándola en la cruz» (Col 2, 14). Ha destruido todo. «Ninguna condenación pesa ya para los que están en Cristo Jesús» (Rm 8, 1). ¡Ninguna condenación! ¡De ningún tipo!
Es por eso que, como primer deber antes de empezar este tiempo de gracia que es el Año Santo de la Misericordia, debemos creer que esa misericordia es real. Interiorizar lo que significa en nuestra vida y en la vida de la Iglesia. ¡No podemos, como cristianos, dejar cerrada la puerta de la misericordia que un Dios lleno de amor nos está abriendo de par en par! ¡Entremos de lleno en este misterio! preparémonos para entrar por esa puerta santa que pronto se abrirá y dejemos atrás todos los miedos y dudas que nos lo impiden. En la Misericordiae Vultus (el rostro de la misericordia), la bula de convocación para este año extraordinario, el Santo Padre nos da puntos fundamentales.
Les dejamos los 12 elementos clave (todos ellos tomados del texto de la bula), que a nuestro parecer, nos ayudarán a comprender que significa este tiempo de gracia:

1. El Llamado a la Iglesia de contemplar el misterio de la misericordia: Como un don recibido gratuitamente que trae consigo la responsabilidad de anunciarlo.

2. Reconocer a Dios como un Padre que jamás se da por vencido hasta que no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia: “Porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón”.
3. La Apertura de la Puerta Santa como símbolo de un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe: La Iglesia quiere ser en el mundo signo vivo del amor del Padre.
4. Que la Iglesia y las parroquias sean oasis de misericordia: El Papa remarca como cada Iglesia particular estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual para acoger a todos con misericordia.
5. Ser misioneros de la misericordia: “Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: « Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso » (Lc 6,36)”.

6. Impulsar las peregrinaciones como estímulo para la conversión: “Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio”.

7. Redescubrir las obras de misericordia corporales y espirituales: “El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros”.

8. Vivir la cuaresma con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios: En la meditación y la escucha atenta de la Palabra de Dios.

9. Fomentar la iniciativa de las “24 horas para el Señor” para que más personas se acerquen al sacramento de la Reconciliación: “Durante el Jubileo extraordinario de la Misericordia, el confesionario será la Puerta Santa del alma”.

10. Promover la indulgencia por la que Dios hace evidente este amor que es capaz de destruir el pecado de los hombres: Es necesario comprender que la reconciliación con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia.

11. Tiempo oportuno para cambiar de vida. Tiempo para dejarse tocar el corazón: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma”. 4

12. Que nuestro pensamiento se dirija a María madre de la misericordia: Para que en la mirada de María podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.